miércoles, 14 de julio de 2021

El realismo argentino: Bernardo Kordon, Horacio Quiroga, Mujica Lainez y Guillermo Martínez

Realismo: marco histórico
   Inicios. En tanto que el siglo de la Ilustración consideraba a la razón como única explicación de todas las cosas, el siglo XIX asigna ese papel a la ciencia aplicada. De ahí que la industria adquiera un desarrollo inusitado, lo cual origina el crecimiento de las ciudades. Al mismo tiempo, y como consecuencia de lo anterior, se multiplican los medios de comunicación y de transporte. Todos los adelantos científicos (la máquina de vapor, el telégrafo, etc.), influyen en la conformación de la sociedad, en la que se asigna al obrero un papel preponderante.
    Esta situación promueve la necesidad de un estudio más profundo de la naturaleza humana en su dimensión social. Surgen nuevas doctrinas filosóficas, de base positivista. Como siempre, la literatura se hace eco de las nuevas corrientes del pensamiento, y así nace la necesidad de reflejar los problemas diarios, grandes o pequeños, de la realidad circundante. Desaparece el gusto por evocar épocas pasadas, como durante el período romántico y se aspira a que el arte sea una reproducción de la realidad.
   El realismo como corriente específica es un movimiento moderno, que surge en el siglo XIX, como reacción contra el subjetivismo e idealismo románticos, instalados en un mundo de ilusiones, desvinculados de la realidad.  Esta corriente prevalece principalmente en Francia, pero también en Rusia y luego invade a otros países. 

Realismo: características
• Observación detallada de la realidad contemporánea como base de la producción literaria: el escritor es un agudo observador de cuanto lo rodea, preocupado por los problemas diarios de los seres que conforman la sociedad, porque considera (siguiendo la filosofía positivista) que el medio determina al hombre. Nada más alejado de la evasión romántica.
• Arte objetivo: la finalidad del escritor es pintar las cosas como son, de ahí su aspiración a ser objetivo, de hallar un perfecto equilibrio entre la realidad y su reproducción literaria.
• Visión del hombre como individuo: la creencia de que el medio influye en la caracterización del hombre obliga a los autores realistas a una observación atenta del detalle concreto que diferencia a cada hombre de su semejante.
• Temática contemporánea: los cambios sufridos por la sociedad acaparan la atención del escritor, que aspira a captarlos y a plasmarlos en su obra.
• Predominio de la novela: como consecuencia del deseo de describir la sociedad industrial, en la que las clases sociales más bajas desempeñan un papel preponderante, los escritores del Realismo manifestaron preferencia por la pintura de ambientes y seres vulgares, sin olvidar los representantes de la burguesía acaudalada.
• Polifonía de voces; uso de distintos niveles de la lengua: la descripción de diversos estratos sociales, especialmente los de las clases más bajas, obligó a los autores realistas a estudiar sus modismos lingüísticos (dialectos y sociolectos) a fin de poner en boca de sus personajes literarios el lenguaje usado por éstos en la vida real.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
• AA. VV., Literatura IV. España en sus letras. Estrada, Buenos Aires, 1987.
• AA. VV., L 2. Lengua y Literatura, Tinta fresca, Buenos Aires, 2006.
• BRENAN, Gerald, Historia de la literatura española, Crítica, Barcelona, 1984.
• LOPRETE, Carlos, Literatura española, Plus Ultra, Buenos Aires, 1981.
• REST, Jaime, Conceptos de literatura moderna, CEAL, Buenos Aires, 1979.

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Realismo argentino del medio siglo.
   El realismo argentino nace en pleno romanticismo, por mano de un poeta que se piensa pariente de Byron, el mencionado Echeverría. Intenta describir la desdicha de un héroe de poncho celeste y le sale una estampa realista de los bajos fondos porteños, El matadero, precoz contemporáneo de Balzac y unos años anterior a Flaubert, si proceden las fechas. 
   Otro romántico de pro, José Mármol, en su novela Amalia, trata de poner en escena a unos idealizados héroes de la civilización amenazados por la barbarie, con lo que consigue este paradójico resultado: sus personajes paradigmáticos de bondad caen víctimas del folletín, en tanto su retrato realista del tirano Rosas y de las escenas de baile en un salón porteño resultan lo más conseguido del libro.
  Con toda su precocidad, debida a la libertad creadora de un romanticismo sin ancestros hispánicos -descargado del castizo costumbrismo que encadena a los romanticismos mexicano y colombiano, por ejemplo- este realismo inopinado carece de sucesión inmediata. El realismo de escuela viene más tarde, anacrónico, como secuela del naturalismo y reaccionando contra él. Entre medias ha prosperado desde la Argentina una literatura contraria a toda referencia inmediata, devota de las lejanías temporales y los exotismos espaciales: el modernismo. 

El realismo argentino: características
  Literatura de la localización que exige toda narración referencial, este realismo se convierte por necesidad en localismo o regionalismo. Así aparecen los escritores ligados a un lugar y una ecología natural y social: Benito Lynch y Ricardo Güiraldes en la pampa húmeda, Daniel Ovejero en Jujuy, Juan Carlos Dávalos en Salta, Fausto Burgos en Cuyo, Gudino Kramer en Santa Fe, Velmiro Ayala Gauna en Corrientes, Alberto Gerchunoff en Entre Ríos. 
   Este realismo es de escuela pues tiene como concepto que es el de la unidad de la realidad: la realidad es una y la misma para todos los sujetos, que están sujetos a ella. Esto implica que la realidad es cognoscible y tal conocimiento se puede explicitar. Si en el naturalismo el ejercicio del conocimiento estaba modelizado por la ciencia experimental, en el realismo prima la observación como actividad creadora. El escritor debe despersonalizarse cuanto le sea posible para que la realidad exterior pase a su través y se refleje en el texto. A tal fin, el lenguaje empleado ha de ser transparente y la literatura derivada, como apunta Barthes, ha de disimular su carácter de tal, o sea: ser lo menos literaria posible. Más aún: si cabe, renunciar a ser literaria. 
   Se advierte que detrás de esta construcción está el contrato de verosimilitud, es decir un pacto tácito entre escritor y lector, tal que ambos entiendan por realidad la misma realidad, si cabe la redundancia. De alguna manera, el lector ha de conocer de antemano de qué realidad se le va a hablar, o confiará en que el escritor se la detalle con fidelidad. Esta última es la cualidad más exigida y que mejor define al escritor realista: la fidelidad a lo observado con objetividad impersonal. De ahí que abunden las peculiaridades que un observador atento es capaz de anotar: descripciones de calles, casas, mobiliarios, vestidos, comidas, modos de hablar, expresión de las creencias dominantes, etc. La fidelidad, en el escritor del realismo, se basa, además, en una fe sustancialista. En efecto, él ha de confiar en la eficacia de su observación. 
   En las décadas de los treinta y los cuarenta, el realismo argentino fue sometido a un sutil examen por el principal de los escritores anti-realistas, si se admite la calificación: Borges. Reproducir la realidad, para él, resulta una tarea vana pues si la realidad existe, no hace falta duplicarla, basta con conocerla de primera mano. Es como si intentáramos extender sobre un país un mapa de tamaño real, según su reiterada viñeta. 
   A estas paradójicas dificultades se agrega la creencia borgiana en que la vida de los hombres se repite en el tiempo y la historia humana es la diversa entonación de unas contadas metáforas. En consecuencia, ponerse a observar la existencia exterior es un esfuerzo estéril, porque allí fuera está ocurriendo lo que siempre ocurrió y ocurrirá: las mismas pasiones, las mismas grandezas y pequeñeces, las mismas hazañas y los mismos crímenes de los que nos hablan los clásicos de la literatura. 
   Otras mellas al realismo, por épocas similares, provienen de distintas fuentes. Una es la tardía recepción de cierto surrealismo. Por su incidencia en la narrativa, cito el solo ejemplo de Cortázar. No se trata de la retórica surrealista sino de su concepto de lo surreal y del acceso que el artista tiene a dicha zona del mundo exterior. 
    Otra fuente de cuestionamiento al realismo es el existencialismo. La huella existencial se rastrea en la literatura argentina en narraciones como las de Di Benedetto (Zama), Sabato (El túnel) y hasta en la inicial Beatriz Guido, con sus ensayos de Los dos Albertos, uno de ellos dedicado a Camus. En los escritores del grupo Contorno, a mediados de los cincuenta, la presencia de Sartre es decisiva, no obstante que su narrador más notorio, David Viñas, con algunas innovaciones técnicas provenientes de la literatura norteamericana (Hemingway, Faulkner), mantiene una doctrina realista decimonónica que se resuelve en novelas de tesis sobre distintos episodios de la historia y la actualidad políticas argentinas (Cayó sobre su rostroUn dios cotidianoLos años despiadadosDar la cara). La visión existencialista de la vida humana se enfrenta a ciertas exigencias del realismo. El hombre vive en un medio extraño al cual ha sido arrojado sin causa ni finalidad visibles, lo cual aleja al personaje del medio familiar que le corresponde en un enfoque realista. El mundo existencial está descentrado, dislocado y resulta absurdo, por lo que mal se lo puede encarar en tanto cognoscible, menos aún si el conocimiento se plantea como exhaustivo. Las circunstancias poco importan ante lo primordial que es la existencia humana, igual en cualquier lugar y tiempo. El destino -aunque indescifrable, sentido como tal- la aspiración a encontrarse con ese Dios oculto que suscita una devoción angustiosa y la imposibilidad de la comunicación que encierra a los hombres en la cárcel de una solitaria y abstracta libertad, todos estos incisos se anteponen a cualquier investigación sobre los referentes concretos, que se reducen a minúsculos detalles o excusas alegóricas de la narración.
  Dentro de esta literatura realista hay personajes con rasgos muy característicos, por ejemplo autores que se centran entre los marginales o delincuentes (Arlt), pícaros sin localización social fija (Kordon) o extravagantes (Blaisten). Pequeños seres, de pobres recursos, con alegrías y dolores comedidos, que acaban por personificar la existencia humana como carencia, como indigencia. 

Blas Matamoro. En Biblioteca virtual Miguel Cervantes: www.cervantesvirtual.com
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Nuestra lectura durante el día de hoy estará basada en un cuento de Bernardo Kordon, "Los ojos de Celina". 
Bernardo Kordon  (Buenos Aires, 12 de noviembre de 1915 - Santiago de Chile, 2 de febrero de 2002) fue un escritor argentino. 
Asiduo viajero, recorrió buena parte de América, Europa y Asia dejando testimonio de su travesía en textos como El teatro chino tradicional y Seiscientos millones y uno (1958), relativo a su paso por la China pos-revolucionaria en tiempos de Mao Zedong.

En 1969 debió exiliarse una temporada en Chile por motivos políticos. Varias de sus narraciones fueron llevadas al cine. En 1982 publicó cuentos y colaboraciones en la revista Caras y Caretas. Historias de sobrevivientes de 1983 ganó el primer Premio Municipal.

Ganó el Premio Konex - Diploma al Mérito en Letras en 1984, en la disciplina Cuento con su 1ª obra publicada antes de 1950.  Estilo literario: Con una aparente querencia en el realismo y el costumbrismo, la influencia de la novela norteamericana contemporánea (notoriamente de John Dos Passos) y de aspectos del montaje cinematográfico, lo llevan a experimentar narraciones muy abiertas, donde prima la observación de la vida marginal, los pobres y los desclasados, los ambientes suburbanos y el mundo de la picaresca ciudadana. 


Aquí está el pdf: 


Seguramente, muchos de uds. no estén muy seguros de lo que es un sulky, carro que aún hoy es muy utilizado como transporte dentro de la vida rural. El sulky o sulqui es un pequeño carruaje, por lo general para uno o dos pasajeros, que se utiliza como una forma de transporte rural en muchas partes del mundo. Destaca por su sencilla construcción y escaso peso.

En nuestra clase, hemos vuelto a trabajar sobre la lectura y el análisis de cuentos realistas. Vamos a recordar que los relatos realistas presentan acontecimientos verosímiles (que significa "semejante o similar a la verdad"), similares a los que ocurren en el mundo del lector, que son creíbles porque podrían haber sucedido en algún momento del pasado o de la actualidad. Sin embargo, esos hechos no ocurrieron en la realidad, porque son una invención del autor (son ficcionales), pero está ambientado, tal vez sin decirlo, con acontecimientos que pueden hacer que ese relato al ser realista, logre hacerlo percibir como muy parecido a la realidad.
Sin embargo, el cuento que leímos hoy, que como todo relato es una ficción, es decir, está creado por un autor, está basado en una crónica periodística que leyó el escritor sobre un hecho real.
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Seguimos con los cuentos realistas argentinos, esta vez, también en la descripción de las necesidades de la vida rural del interior de nuestro país, aparecerá un gran escritor llamado Horacio Quiroga.


   El cuento que leeremos ahora es "A la deriva", pulse aquí, está publicado en un libro de relatos que se llama Cuentos de amor, de locura y de muerte.

  En este libro aparecen muchos cuentos interesantísimos que les recomiendo para quienes todavía no lo hayan hecho que los lean porque son muy interesantes (por ejemplo "La gallina degollada"; "El almohadón de plumas"; "A la deriva"; "La insolación"; "La meningitis y su sombra"; etc.).

Horacio Quiroga (Salto, 1878 - Buenos Aires, 1937) Narrador uruguayo radicado en Argentina, considerado uno de los mayores cuentistas latinoamericanos de todos los tiempos, cuya obra se sitúa entre la declinación del modernismo y la emergencia de las vanguardias. Las tragedias marcaron la vida del escritor: su padre murió en un accidente de caza, y su padrastro y posteriormente su primera esposa se suicidaron; además, Quiroga mató accidentalmente de un disparo a su amigo Federico Ferrando. Estudió en Montevideo y pronto comenzó a interesarse por la literatura.
   Sus primeros intentos fueron meras imitaciones de Poe, con quien compartía una especial preferencia por la violencia y la locura; así, algunos de sus primeros cuentos, como "La gallina degollada" o "El perseguidor", pueden calificarse dentro de los denominados relatos sangrientos. La mayoría de sus narraciones aparecieron publicadas en periódicos y revistas y se recogieron posteriormente en forma de libro en las recopilaciones Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), Cuentos de la selva (1918), Anaconda (1921) y El desierto (1924). Sus relatos más característicos dramatizan la pugna entre la razón y la voluntad humanas, por una parte, y el azar o la naturaleza por otra; su fuerza se fundamenta, más que en un minucioso y detallado análisis psicológico, en el estudio de la conducta humana en condiciones extremas. 
  Horacio Quiroga destiló una notoria precisión de estilo que le permitió narrar magistralmente la violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente apacibilidad de la naturaleza. Muchos de sus relatos tienen por escenario la selva de Misiones, en el norte argentino, lugar donde Quiroga residió largos años y del que extrajo situaciones y personajes para sus narraciones. Sus personajes suelen ser víctimas propiciatorias de la hostilidad de la naturaleza y la desmesura de un mundo bárbaro e irracional, que se manifiesta en inundaciones, lluvias torrenciales y la presencia de animales feroces. 


Ahora, los invito a dar lectura dentro del marco histórico del relato realista al cuento de Mujica Lainez, "La pulsera de cascabeles" pulse aquí.


Por último, compartamos la lectura del cuento realista Infierno grande
de Guillermo Martínez
Para su lectura,  aquí en pdf

Para acceder a la comprensión global del texto, siempre es importante saber quién es el autor, puesto que, para terminar de comprender un mensaje, es fundamental conocer a su emisor. Entonces, veamos un poco sobre el autor, Guillermo Martínez, el cual nació en Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, el 29 de julio de 1962. Licenciado en matemática por la Universidad Nacional del Sur en 1984, se doctoró en Buenos Aires en Lógica en 1992 y posteriormente completó estudios posdoctorales en Oxford.
   
Es colaborador habitual con artículos, cuentos y reseñas en los diarios La Nación, Clarín y Página 12. En 2006, fue galardonado con el Premio Mandarache Jóvenes Lectores de Cartagena. En 2014 la Fundación Konex le otorgó el Diploma al Mérito de los Premios Konex como uno de los 5 mejores novelistas del período 2004-2007 de la Argentina.

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IBLIOGRAFÍA
Relatos: "Infierno grande" (1989); "Una felicidad repulsiva" (2013).
Novelas: Acerca de Roderer (1993); La mujer del maestro (1998); Crímenes imperceptibles (2003); La muerte lenta de Luciana B. (2007); Yo también tuve una novia bisexual (2011)
Ensayos: "Borges y la matemática" (2003); "La fórmula de la inmortalidad" (2005); "Gödel para todos" (2009).



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