miércoles, 28 de abril de 2021

La fábula de "Caperucita Roja" en su contexto

 


 CAPERUCITA ROJA  corresponde al género narrativo, pero es un relato ficcional, es una fábula, un relato maravilloso, y NO es ni una crónica periodística policial ni tampoco una  crónica literaria.


      Esta fábula transmitida de manera oral en un principio y luego en escritos, fue Perrault el primero que recogió esta historia y la incluyó en un volumen de cuentos (1697), y se destacaba por ser, más que un cuento, una leyenda bastante cruel, destinada a dar una lección moral a las jóvenes que entablan relaciones con desconocidos y en el cual la protagonista del cuento muere al final.


     Los cuentos de Perrault, en el momento en que fueron escritos, tenían un doble destinatario: las personas concurrentes a la corte de Versalles y los niños. La moda de los cuentos de hadas entre la gente de la clase alta había empezado unos años antes, en 1685, con la condesa d’Aulnoy. Testimonios de la época prueban que los cinco cuentos en prosa que figuran en el manuscrito de 1695 fueron leídos en voz alta y discutidos en las reuniones literarias cortesanas. Ahora bien, el mismo autor, en el prefacio a la cuarta edición de los tres cuentos en verso de 1694, indica que su obra está dedicada a los niños:  “Por más frívolas y bizarras que sean estas fábulas en sus aventuras, es seguro que despiertan en los niños el deseo de parecerse a aquellos que ven arribar a un final feliz y al mismo tiempo el temor a las desgracias en que caen los malvados a causa de su maldad. ¿No es acaso elogiable de parte de los padres y las madres, que cuando sus niños no son todavía capaces de paladear las verdades sólidas y desnudas de todo encanto, se las hagan amar y, si se me permite decirlo, se las hagan tragar envueltas en relatos agradables y proporcionados a la debilidad de su edad?” Al aludir a ello, Perrault no sólo inaugura la literatura escrita especialmente para los niños sino que se ubica en una corriente típica también en nuestros días: la educación moral a través de la literatura. 1
   
     La sociedad del Antiguo Régimen detentaba una gran desigualdad social; tanto los poderosos como los más humildes aparecen retratados en los cuentos.  Si vamos descendiendo en la pirámide social nos encontramos con Caperucita, una pequeña burguesa habitante de una aldea. No es rica, pero tampoco pasa hambre. El molinero que muere al comienzo de “El gato con botas” comparte este mismo estrato social; no es una persona adinerada, pero tiene su propio negocio (el molino) y las herramientas necesarias para hacerlo producir (el burro). Sus hijos mayores seguirán con el negocio mientras que el menor deberá buscar su propia fortuna. La familia de “Las hadas” entraría también en este nivel. Son personas que no pasan hambre, pero que no pueden darse el lujo de contratar sirvientes. Además, no los necesitan ya que tienen mano de obra gratis.

     En este punto debemos volver al tema del descubrimiento de la infancia. Cuando Perrault habla de literatura infantil y postula que los niños pueden ser educados a través de ella, está pensando en los niños de su propia clase social. Los hijos de la gente humilde ayudaban en los trabajos de la casa y del campo desde pequeños y su educación se reducía a saber hacer bien las tareas que les habían encomendado. A menudo sufrían maltratos ya que los matrimonios no acababan por divorcio sino por muerte y había gran cantidad de huérfanos criados por personas sin vínculos sanguíneos. Los niños eran a menudo abusados y maltratados ya fuera por su verdadera madre, como en “Las hadas”, o por la madrastra, como en “Cenicienta”. No sólo estaban expuestos a situaciones peligrosas fuera de su casa, como Caperucita ante el lobo, sino también en el ámbito hogareño.
   En el siglo XIX, los hermanos Grimm mostraron en sus cuentos los modelos femeninos y masculinos que se ajustaban a la concepción del mundo de su época: mujeres sumisas, pasivas y obedientes que necesitaban de la fuerza y la inteligencia de un hombre para salvarse. Las ironías e impropiedades del cortesano francés de fines del siglo XVII fueron dejadas a un lado. Por ejemplo, la versión de "Caperucita Roja" de Perrault termina mal: el lobo se come a Caperucita, pero, antes de eso, Caperucita se desviste y se mete en la cama con él. Los Grimm no sólo introdujeron la figura del cazador y el consiguiente final feliz, sino que hicieron que el lobo se vistiera con el camisón de la abuela y que Caperucita permaneciera vestida y al lado de la cama. Además, introdujeron los consejos de la madre, por lo cual Caperucita se merece lo que le pasa porque está desobedeciendo, y, para reforzar su enseñanza, agregaron un segundo final en el cual la niña se encuentra con otro lobo y no le hace caso.1
   
   Tanto en el cuento de los hermanos Grimm como en el de Perrault se perciben varios simbolismos o arquetipos entre los cuales encontramos:
1. EL LOBO: El lobo representa el mal, la astucia y lo masculino asociado a la perversidad; también el invierno y la noche que devora todo lo que es claridad. El lobo es un peligroso seductor y se convierte en el asesino de la abuela confiada y de la Caperucita inocente. En el cuento de Perrault el lobo no es castigado. En el de los Hermanos Grimm, sí y en versiones del siglo XX hasta es liberado.
2. CAPERUCITA: Caperucita es un arquetipo de la inocencia es un personaje joven y muy humano y que profesa un gran cariño, pero que lucha con los problemas de la pubertad, es decir, el deseo de libertad, de experimentar por cuenta propia más allá de los consejos. La inocencia de Caperucita hace que no vea la diferencia entre el lobo y su abuelita.

1 Navone, Susana, Texto de la ponencia presentada por la autora en el II Congreso Internacional de Literatura para Niños “Producción, Edición y Circulación”, Buenos Aires, agosto de 2010.

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