Antes de adentrarnos en la narrativa de Jorge Luis Borges, terminaremos de caracterizar algunos poemas de vanguardia con un estilo muy particular, como por ejemplo, los caligramas.
En el período helenístico (siglos IV a I a.C.), se escribieron en Grecia poemas constituidos por versos de distinta extensión que diseñaban gráficamente un objeto (se conserva, por ejemplo, el caligrama de Simias de Rodas (alrededor del 300 a.C.) que tiene forma de huevo. Este tipo de composición fue retomada por los poetas de vanguardia porque les permitió plasmar claramente sus postulados: el automatismo (en relación casi inmediata entre la imagen y el significado); la expresión de lo inconsciente, por medio de la asociación libre de imágenes de diferente índole; y la estrecha vinculación con las artes plásticas. La comprensión devenía así de una síntesis entre la idea y la imagen, el contenido y la forma. La poesía visual o concreta, como se la denominó más tarde, rompe con la estructura lineal del verso, con la organización tradicional del texto poético en estrofas, y hace sucumbir la rima. El caligrama se basa en el componente gráfico y visual de la palabra, haciendo que el valor semántico, es decir, el significado, se transmita casi automáticamente, o bien se transforme por la disposición de los términos. Además desaparece la puntuación tradicional.
Oliverio Girondo era un poeta argentino, una de los principales figuras del llamado Grupo de Florida, caracterizado por ser elitista, vanguardista y hasta surrealista. Se oponía al llamado Grupo de Boedo. En Florida estaban, entre otros, González Tuñón, Macedonio Fernández y Jorge Luis Borges; este último sostuvo mucho después que ese enfrentamiento era falso: lo habían armado para imitar el ejemplo francés y no por una oposición real.
El hecho es que Girondo participó en las revistas que celebraron la llegada del ultraísmo, primera vanguardia argentina; esas revistas eran Proa, Prisma y Martín Fierro. Girondo ya había publicado dos libros de poemas, el primero de los cuales es muy conocido: “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”. En 1932 estaba por publicar su tercera obra, “Espantapájaros”, que entre otras audacias incluía un poema con forma de, claro, un espantapájaros (es la imagen que preside este post).
Hoy vamos a leer/escuchar Biografía de Tadeo Isidoro Cruz de Jorge Luis Borges.
Para leerlo en pdf pulse aquí
Para escucharlo en audio libro, aquí encontrarán una muy interesante versión relatada por Sacheri.

El Aleph es uno de los libros de cuentos más representativos del escritor argentino Jorge Luis Borges. Publicado en 1949, fue reeditado por el autor en 1974. Sus textos remiten a una infinidad de fuentes y bibliografías en torno a las cuales se articulan mitos y metáforas de la tradición literaria universal. Esta obra marca un punto de inflexión respecto al estilo que destilaba su colección anterior de cuentos, Ficciones; aún manteniendo su estilo sobrio y perfeccionista, el escritor aborda aquí otra serie de eventos u objetos inverosímiles enmarcados en un ambiente realista, lo que contribuye a resaltar su carácter fantástico. Así como los cuentos de Ficciones describen mundos imposibles, los de El Aleph revelan grietas en la lógica de la realidad; muestran una irrealidad secreta y oculta, pero también está presente aunque de una forma más sutil en otros aparentemente más realistas como "Emma Zunz" y en "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz".
Análisis de "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz" de Jorge Luis Borges
El cuento está escrito en una lengua culta, pero sencilla y despojada. Para revelar la conciencia del personaje, el narrador acota enunciados tales como: "Comprendió que un destino no es mejor que otro pero que todo hombre debe acatar el que lleva adentro". Así logra dos propósitos fundamentales: en primer lugar, "completar" el poema de Hernández, renovado y actualizado para su mejor entendimiento. Y en segundo lugar, restaurar la poesía gauchesca y rendirle homenaje, revivirla en una lengua literaria que no la transforme en una tradición nacional caduca.
Borges no sólo abandona la lengua gauchesca para actualizar su tradición. También, integra elementos extraños al género gauchesco, ajenos en principio a la cultura nacional, para ahondar en el espíritu humano universal. Por ejemplo: los versos de Yeats que sirven de epígrafe al relato. Estos, traducidos, dirían: "Estoy buscando el rostro: que yo tenía / antes de que se hiciera el mundo".
El relato, desde el título, se propone como una "biografía". Se sabe que una biografía es la narración escrita de una vida. En este caso, se trata de una biografía ficcional, en tanto y en cuanto Cruz es un personaje literario no histórico, por tanto es una biografía apócrifa (falsa). El caso es que Borges nunca mostró predilección por el género biográfico, tampoco por la novela. Hay que señalar, entonces, dos cuestiones. Al actualizar la literatura gauchesca, introduciendo todas las modificaciones necesarias, Borges tiene que cambiar el modo de narrar la vida de los personajes. Como Borges manifiesta su rechazo de toda forma lingüística local, debe apelar a biografía, para articular el relato en tercera persona y mantener intacta su propia lengua narrativa.
Borges y la identidad de los argentinos:
Los libros iniciales de Borges, tanto los de poesía (Fervor de Buenos Aires, Cuaderno San Martín) como los de ensayo (Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos), se perfila, nítida y persistente, una obsesión central: la de la identidad nacional de los argentinos.
Análisis de "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz" de Jorge Luis Borges
El cuento está escrito en una lengua culta, pero sencilla y despojada. Para revelar la conciencia del personaje, el narrador acota enunciados tales como: "Comprendió que un destino no es mejor que otro pero que todo hombre debe acatar el que lleva adentro". Así logra dos propósitos fundamentales: en primer lugar, "completar" el poema de Hernández, renovado y actualizado para su mejor entendimiento. Y en segundo lugar, restaurar la poesía gauchesca y rendirle homenaje, revivirla en una lengua literaria que no la transforme en una tradición nacional caduca.
Borges no sólo abandona la lengua gauchesca para actualizar su tradición. También, integra elementos extraños al género gauchesco, ajenos en principio a la cultura nacional, para ahondar en el espíritu humano universal. Por ejemplo: los versos de Yeats que sirven de epígrafe al relato. Estos, traducidos, dirían: "Estoy buscando el rostro: que yo tenía / antes de que se hiciera el mundo".
El relato, desde el título, se propone como una "biografía". Se sabe que una biografía es la narración escrita de una vida. En este caso, se trata de una biografía ficcional, en tanto y en cuanto Cruz es un personaje literario no histórico, por tanto es una biografía apócrifa (falsa). El caso es que Borges nunca mostró predilección por el género biográfico, tampoco por la novela. Hay que señalar, entonces, dos cuestiones. Al actualizar la literatura gauchesca, introduciendo todas las modificaciones necesarias, Borges tiene que cambiar el modo de narrar la vida de los personajes. Como Borges manifiesta su rechazo de toda forma lingüística local, debe apelar a biografía, para articular el relato en tercera persona y mantener intacta su propia lengua narrativa.
Borges y la identidad de los argentinos:
Los libros iniciales de Borges, tanto los de poesía (Fervor de Buenos Aires, Cuaderno San Martín) como los de ensayo (Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos), se perfila, nítida y persistente, una obsesión central: la de la identidad nacional de los argentinos.
Por otra parte, debe recordarse que la cultura de Borges, si bien muy versada en literaturas extranjeras (sobre todo, la inglesa), incluía también la argentina, en particular la gauchesca, de la que siempre fue un atento y devoto lector. Pero su visión de la cultura argentina es inconformista y amarga. Propone una lengua y una literatura que se correspondan con la realidad porteña. Llega a la siguiente conclusión: "Ya Buenos Aires, más que una ciudad, es un país y hay que encontrarle la poesía y la música y la pintura y la religión y la metafísica que se avienen con su grandeza".
Años después, Borges cambia gran parte de sus contenidos ideológicos pero sigue pronunciándose sobre el tema de la identidad nacional. Por ejemplo, dicta una conferencia cuyo título es, precisamente, "El escritor argentino y la tradición". Allí argumenta que, dado que la cultura nacional es joven y carente por lo tanto de grandes tradiciones, los escritores pueden abordar todos los temas, todos los géneros con total libertad. No hay por qué sujetarse a ningún canon nacional, ni tampoco sobrecargar las narraciones con excesivo color local, o buscar personajes y temáticas específicamente argentinos.
La cultura argentina debe ser, por el contrario, abierta y permeable, y buscar un lenguaje natural, sin folclorismos ni pintoresquismos.
La cultura argentina debe ser, por el contrario, abierta y permeable, y buscar un lenguaje natural, sin folclorismos ni pintoresquismos.
Seguiremos trabajando la literatura argentina en diálogo intertextual entre José Hernández y Borges.
- El tema de la identidad en el cuento de Borges, "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz", se puede leer esta frase que le atribuye el narrador a la sensación que tuvo Cruz al verse reflejado en el destino de Martín Fierro.
Comparto aquí el cuento:
El fin aquí encontrarán la versión en audiolibro.
Este relato apareció publicado en Ficciones
La intertextualidad gauchesca
La preocupación de Borges por la literatura gauchesca y por la identidad no sólo se ve en los ensayos, sino también en su narrativa. Consagra sendos relatos a los personajes principales de la obra gauchesca fundamental: el Martín Fierro.
En "El fin", Borges ficcionaliza la muerte de Fierro. En "Biografía de Tadeo lsidoro Cruz", el movimiento es inverso: narra la vida de Cruz antes de su encuentro con Fierro. El relato exige un lector conocedor del poema de Hernández. De algún modo, lo que formula Borges es un homenaje y una actualización de los versos del Martín Fierro.
En este relato, el narrador imagina la vida, destino, la identidad de Cruz para que así se entienda mejor por qué este decide traicionar a la partida y aliarse al gaucho prófugo. El relato desarrolla las acciones de un modo tal, que ellas respetan la ficción vertebrada por Hernández y resultan, así, complementarias de aquella. Por otra parte, la narración focaliza su atención en el destino de Cruz. De este modo, explica su actitud.
Aquí en la versión escrita en pdf El fin
Veamos ahora algunos detalles sobre el estilo literario de Jorge Luis Borges.
Veamos ahora algunos detalles sobre el estilo literario de Jorge Luis Borges.
BORGES y LOS ESPEJOS Para el escritor argentino el espejo es en primer término un profundo reflejo del yo, que va más allá del mostrar una reproducción ilusoria de la figura humana. También en el espejo se encuentra toda la esencia del yo, es una forma de enfrentarse a sí mismo, es lo que Freud acaso llamaría el super-yo o la idealización del yo. En el poema "El forastero" esta idea del espejo como verdadera "realidad" queda claramente expuesta cuando la voz narrativa afirma:
"Se afeitará después ante un espejo
que no volverá a reflejarlo
y le parecerá que ese rostro
es más inescrutable y más firme
que el alma que lo habita
y que a lo largo de los años lo labra".
que no volverá a reflejarlo
y le parecerá que ese rostro
es más inescrutable y más firme
que el alma que lo habita
y que a lo largo de los años lo labra".
Biografía de Tadeo Isidoro Cruz: la identidad y los espejos
Este fenómeno de la duplicidad del yo, y de la duda o confusión respecto de cuál es más "real" o verdadero, se da reiteradamente en la obra de Borges, no sólo a través de las metáforas del espejo, sino también a través de la escritura ("otro poema de los dones"), los laberintos ("El laberinto"), del hecho mágico de un yo que se encuentra a sí mismo en la calle ("El libro de arena") o del yo que reflexiona sobre un otro yo ("Borges y yo"), etc.
Si múltiples e infinitas son las imágenes que podemos tener de los espejos, múltiples e infinitas pueden ser sus significaciones, por eso es que debemos estar preparados para que en cada relato o cuento el sentido que le dé Borges al espejo difiera o cobre un matiz particular. Así por ejemplo, encontramos en Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, el momento en el que un hombre comprende por fin su destino, que es igual al del otro, cuando Cruz conoce a Fierro y descubre claramente quién es, al verse reflejado en el destino que se le ofrece en ese espejo del otro.
Ramón Moreno Rodríguez
http://www.geocities.com/Paris/Louvre/5753/BorgesEs.html
Borges y la narrativa de espejos y de laberintos literarios.
BORGES y LOS LABERINTOS
El laberinto, en pluma de Borges, se convierte en ciencia de la existencia, dominio de lo irresuelto.
Asimismo, los temores que produce el olvido, entre ellos, no alcanzar la inmortalidad a partir de una obra imperecedera, frecuentan las letras de sus relatos. A sabiendas de que el único mortal es el ser humano, ya que el resto de las criaturas no son conscientes de su condición efímera, Borges maniobra elementos salvadores para la especie: la posibilidad de que el recuerdo (variable, caprichoso, seleccionador, modificador de sucesos pasados) sea un creador imprescindible y patético; la sustancia conjurando la esencia (“un umbral que perduró mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a su muerte”); la presencia de espectadores ajenos al acto reflexivo (“a veces unos pájaros, un caballo, han salvado las ruinas de un anfiteatro.”).
Asimismo, los temores que produce el olvido, entre ellos, no alcanzar la inmortalidad a partir de una obra imperecedera, frecuentan las letras de sus relatos. A sabiendas de que el único mortal es el ser humano, ya que el resto de las criaturas no son conscientes de su condición efímera, Borges maniobra elementos salvadores para la especie: la posibilidad de que el recuerdo (variable, caprichoso, seleccionador, modificador de sucesos pasados) sea un creador imprescindible y patético; la sustancia conjurando la esencia (“un umbral que perduró mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a su muerte”); la presencia de espectadores ajenos al acto reflexivo (“a veces unos pájaros, un caballo, han salvado las ruinas de un anfiteatro.”).
En Borges, no hay universo sin laberinto, y hay tantos laberintos como universos. La cantidad es tan vasta que Borges no sabe con exactitud si los ha visto a todos ni cuántos ha visto, entiéndase, transitado.
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